
La gran poesía, que no es grande porque cumpla con los criterios absolutistas de un canon, sino porque conmueve inmensamente, es la que nace de las heridas más profundas y de las exploraciones más amorosas de nuestras propias almas y cuerpos, y de los múltiples mundos que habitamos. Por tanto, lo que hace Ana López en este libro es plasmar una gran poesía que habita lo micro y lo macro en un espacio-tiempo propio y que nos habla de sus vivencias, amores y desamores, encuentros espirituales y hasta de lo que puede llegar a significar el lenguaje. Hay dolor, hay traición, hay frustración, hay rabia en estos poemas, pero más que nada hay amor, que nace de una compasión y reconciliación profunda. También hay amor por quienes leen estas páginas, en las que encontrarán una ruta por seguir, pero de la que será mejor perderse y dejarse llevar, como el agua que brota de las maravillosas ilustraciones de Geraldine Ramírez. -Violeta Gómez