
Seis meses. Reglas claras. Sin sentimientos. Cuando me subí al Uber, lo único que quería era llegar puntual a mi entrevista de trabajo. ¿Cómo iba a imaginar que el hombre más arrogante de Manhattan secuestraría mi viaje? Dominic Kensington. Gélido. Controlador. Y jodidamente bueno dejándome sin aliento.Me ofrece un trabajo a cambio del Uber y acepto.Al día siguiente, su secretaria me entrega un contrato; sus ojos destellan con celos reprimidos. En lugar del contrato como asistente personal de Dominic, por accidente echo un vistazo a sus deseos y fantasías más oscuros. «Regla número te dirigirás a mí como “sir”». Debería estar horrorizada. Romper el contrato. Salir corriendo. En lugar de eso, sigo leyendo.Y lo que es lo firmo. Por pura curiosidad. Por un anhelo que ni yo misma comprendo.Quizá Dominic Kensington es demasiado peligroso para mí. Demasiado intenso. Demasiado posesivo. Al fin y al cabo, su fama de rompecorazones es legendaria.Sus caricias me incendian y sus órdenes me llevan a cotas que nunca creí posibles. ¿Cómo puede estar mal algo que se siente tan bien?