
No es pequeña la hazaña de este libro: llama a las cosas por su nombre de manera honda y clara. Como Antonio Machado quiso. Esta poesía abre la cotidianidad, se alza y toca Dolores, noches sin sueño, los sueños diurnos. Su material es la memoria. Los poemas de Benito Taibo están cargados de obediencia a la vida y desobediencia a este mundo. Son verdaderos porque no hay poesía verdadera sin passion. No admiten el Consuelo de la razón para que la poesía se tome Consuelo. Rehacen el sueño de la realidad como sueño de la escritura. Benito Taibo conoce la piel del abandon, sabe combinar los aromas de la tormenta, tutear a la lluvia, tatuar recuerdos en el centro del ser. Demuestra otra vez que la poesía parte del principio de la realidad, pero se aparte de él para crearla. Como en los cuentos mallorquines, que siempre empiezan con "Eso era y no era". Tal vez porque el poema es el amor realizado del deseo que se queda en deseo, decía René Char. Juan Gelman
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