
Ningún poema tan célebre como El Cantar de los Cantares. No existe otro texto tan misterioso ni tan fecundo en las lenguas europeas. En castellano ha inspirado las obras maestras de San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Francisco de Quevedo y los traductores bíblicos Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera. Si como libro sagrado El Cantar de los Cantares es una alegoría de la unión de Dios con Israel, de la divinidad con el alma humana y de Cristo con la Iglesia, en términos no religiosos sino terrenales El Cantar de los Cantares es el mayor poema erótico de la historia, una celebración del deseo mutuo y la legitimidad y la dignidad del placer. Todas las lenguas y todas las épocas deben aspirar a apropiarse de los clásicos y a naturalizarlos para su tiempo. Tal es el propósito de esta aproximación. Basado en un antecedente mexicano: el libro políglota que en 1891 publicó en Aguascalientes Francisco Díaz de León, José Emilio Pacheco utilizó todas las traducciones disponibles para hacer otro Cantar de los Cantares en el idioma poético de nuestros días. En vez de intentar el verso o el versículo, optó en aras de la mayor fluidez por un género del que no dispusieron sus antecesores ilustres: el poema en prosa. Así, un texto que tiene casi 30 000 años vuelve a ser nuevo y actual y suena como si hubiera sido escrito ahora mismo. La eternidad de El Cantar de los Cantares es la eternidad del deseo.
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José Emilio Pacheco Berny fue un poeta y ensayista mexicano nacido en Ciudad de México en 1939. Empezó a brillar desde muy joven en el panorama cultural mexicano, gracias a su dominio de las formas clásicas y modernas y al enfoque universal de su poesía. Además de poeta y prosista se ha consagrado también como eximio traductor, trabajando como director y editor de colecciones bibliográficas y diversas publicaciones y suplementos culturales. Ha sido docente universitario e investigador al servicio de entidades gubernamentales. Entre sus galardones se cuentan: Premio Nacional de Poesía, Premio Nacional de Periodismo Literario, Premio Xavier Villaurrutia, Premio Magda Donato, Premio José Asunción Silva en 1996,el Premio Octavio Paz en el año 2003, el Premio Federico García Lorca 2005, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en 2004, la XVIII edición del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2009 y el Premio Cervantes en 2009. De su obra poética se destacan: «Los elementos de la noche» en 1963, «El reposo del fuego» en 1966, «No me preguntes cómo pasa el tiempo» en 1969, «Irás y no volverás» en 1973, «Islas a la deriva» en 1976, «Desde entonces» en 1980, «Trabajos en el mar» en 1983, y «El silencio de la luna» poemas de 1985 1996. Falleció el 26 de Enero de 2014 en su ciudad natal. Le sobrevive su esposa, la periodista Cristina Pacheco.