
Los relatos de La culpa es de los tlaxcaltecas son historias al mismo tiempo inquietantes, aterradoras y bellas en las que la existencia y la inocencia de sus personajes se llenan de grietas por donde se cuela, cegadora, una luz que profana y desvanece la realidad, la verdad fatua de la humanidad. Son seres que se sumergen en un sueño para no regresar nunca a la vigilia. Elena Garro demuestra con esta obra que la lucidez poética es un antídoto contra los dogmas de la razón, que la locura no es otra cosa sino exacerbada conciencia. Su prosa la ubica como escritora única en la escena de la literatura mexicana del siglo XX, como una presencia a veces incómoda que, desde su mirada escéptica y transgresora, se acerca a una reflexión sobre la vida, donde se percibe, más que comprensión, sensibilidad metafísica. Escritos después de la publicación de Los recuerdos del porvenir, la autora continúa explorando escenarios mexicanos en su narrativa. Sus historias suceden en diversos lugares, en mundos rurales y urbanos por igual. Temas como la injusticia social, la pobreza y la corrupción se mezclan con situaciones y paisajes llenos de magia. Pero a la escritora nunca le gustó esa clasificación. Para ella, esa «magia» era parte de la cotidianidad de su pasado y su contacto con el mundo indígena. Algunos aspectos de la infancia de la autora se ven reflejados en la forma sutil con que lo real se transforma en fantástico, como si el mundo se viera a través de los ojos de una niña. Mediante juegos temporales e intertextuales, y una prosa ligera, a veces poética, Elena Garro presenta su visión de México en momentos históricos como la Conquista o su propia época, su forma particular de hablar del amor y la miseria por igual, su intento constante de desentrañar la condición humana.
Author

Hija de padre español y madre mexicana, Elena Garro Navarro nació en el estado de Puebla el 11 de diciembre de 1920, aunque esta fecha no es confiable. Pasó su infancia en la Ciudad de México. Durante la Guerra Cristera, su familia se trasladó a Iguala, en el estado de Guerrero. Siendo joven viajó a la Ciudad de México para estudiar literatura, coreografía y teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Allí conoció a Octavio Paz, con quien se casó en 1937, y quien le impidió continuar sus estudios universitarios. Elena lo acompañó a España ese mismo año, regresando en 1938. Tuvieron una hija, Helena, y finalmente se divorciaron en 1959. A raíz de la masacre de Tlatelolco, en 1968, la prensa manipuló sus declaraciones en las que ella supuestamente declaraba contra varios intelectuales mexicanos a los que responsabilizó de instigar a los estudiantes, para luego abandonarlos a su suerte. Estas acusaciones le ocasionaron el rechazo de la comunidad intelectual mexicana, lo que le llevó al exilio primero en Estados Unidos y España, luego en Francia durante veinte años. Al regresar vivió en Cuernavaca con 37 gatos y su hija. El Conaculta cubrió todos los gastos de su tratamiento contra el cáncer de pulmón, provocado por fumar desde su juventud. Finalmente, el cáncer la venció y murió. Su obra toca temas tales como la marginación de la mujer, la libertad femenina, al libertad política en Felipe Ángeles. Su figura literaria ha llegado a ser un símbolo libertario.